Shaya Michan a través de la óptica de Emilio Carranza

Corrían los años setentas, en ese entonces yo era un estudiante quien durante toda la semana me dedicaba a mis actividades académicas pero los fines de semana los aprovechaba para divertirme y para la convivencia social con todos mis amigos. Iniciaba esos días levantándome el sábado temprano, prendiendo la televisión para ver un programa en vivo que era muy popular en aquellos tiempos, se llamaba “sábados con Saldaña”, en él, había diferentes secciones culturales, 

una de esas secciones era ocupada por un médico naturista que promovía el yoga, el vegetarianismo y la salud integral, el era Shaya Michán y vestía de una manera poco convencional, siempre de blanco y con barba crecida, además de que sus mensajes siempre tenían un contenido interesante, Shaya Michán tenía una gran capacidad de comunicación para atrapar la atención del público, al hablar, el atraía la curiosidad de todos los que lo escuchábamos y veíamos. Así fue como conocí a Shaya Michán, a través de la televisión.

Años después, el camino de mi búsqueda espiritual me condujo a ingresar a la Gran Fraternidad Universal y ahí me volví a encontrar a Shaya Michán y estando ahí, seguía escuchando sus mensajes a través de sus conferencias, mismas que  tuvieron una una gran influencia en mi vida, pero mi relación con él seguía siendo únicamente como receptor de sus enseñanzas, no había ninguna otra interrelación.

Shaya fue un gran pionero en América Latina, del naturismo y de la medicina natural, hizo llegar a la sociedad los sistemas de curación natural y fue formador de muchos médicos naturistas, dentro y fuera de la GFU, algunos de ellos ahora son prestigiados maestros de la sanación y de la medicina natural y creó toda una corriente de medicina natural que rápidamente se extendió en la GFU. Publicó algunos libros que a la fecha han sido guía de salud para miles de personas. Shaya tenía el poder de la curación, yo tomé algunos testimonios de personas que ya estaban desahuciadas o que estaban a punto de ser operadas y con los tratamientos de Shaya se curaron, algunas de esas sanaciones fueron verdaderos milagros.

Shaya también fue uno de los grandes divulgadores del yoga y de las disciplinas orientales y gracias a sus intervenciones en radio y televisión, fue que infinidad de personas empezaron a interesarse por el yoga. Alrededor de el se creó una imagen pública y se se hizo muy popular entre la sociedad.

Shaya tenía muchas facetas en su vida, además de ser un gran comunicador y divulgador del naturismo, era un gran empresario, creó un novedoso  modelo de negocio bajo un concepto de  centros naturistas, donde se daban consultas, se impartían clases de yoga y meditación, comercializaba una línea de productos naturales que el mismo fabricaba, pero también vendían otros productos naturistas, tenían su sección de venta de libros, salas de conferencias y también se incluía en el mismo centro,  un restaurante vegetariano donde se divulgaba y se disfrutaba de  una gastronomía saludable basado en alimentación vegetariana, todo eso en un solo lugar. Shaya  registró su propia marca y sus centros naturistas fueron un éxito rotundo, crecieron rápido y se esparcieron por toda la republica. Poseía un talento natural para los negocios, construyó un hotel en Tepoztlán, y era accionista de otras empresas. Es bien sabido que Shaya tenía mucha facilidad para multiplicar la economía,  el era un emprendedor que a los 18 años de edad ya se había hecho rico, ya tenía fábricas y negocios muy productivos pero después de conocer al Hermano Mayor orientó sus talentos hacia los negocios acuarianos.

Shaya era un gran Ser humano, desde principios de los ochenta construyó un albergue tutelar para que ahí vivieran niños huérfanos que habían sido abandonados y que nadie quería adoptar, el con sus propios recursos mantenía ese albergue y sostenía alrededor de 50 niños y niñas, proporcionándoles, techo, comida y educación. Muchas generaciones de huérfanos crecieron ahí y se convirtieron en adultos de bien. A mi me tocó ver como algunos de ellos, cuando ya crecían y hacían su vida, con gratitud lo  iban a visitar para presentarle a sus esposas e hijos.

Shaya Michán  siempre actuaba siguiendo sus propias convicciones, él no seguía al pie de la letra el guión que se suponía debía de tomar todo iniciado de la Suprema Orden del Aquarius, no era así, él seguía su camino de acuerdo a su propia personalidad, eso le empezó a traer ciertos conflictos con la alta jerarquía de la SOA. Yo le escuché decir varias veces al maestro Marcelli que Shaya Michán no quería obedecerle en algunas indicaciones que él le daba referente al enfoque que  Shaya debía darle a algunas de sus terapias naturistas, esta y otras circunstancias  le crearon a Shaya conflictos al interior de la orden, por esta razón, a finales de los años noventas, Shaya fue literalmente expulsado. Sin embargo, Esto no lo detuvo en nada, él continuó su camino a su manera y fuera de la orden, siguiendo fielmente las enseñanzas de su maestro, el Hermano Mayor.

Hay muchas historias y muchas anécdotas, muchísimas que se pueden contar de Shaya Michan, yo recuerdo que por el año 2002 cuando Juan Carlos Ortiz era presidente del consejo mundial de la GFU y yo era vicepresidente,  nos propusimos poner en regla todas las propiedades de la institución como son, ashrams, casas sedes, terrenos, etcétera pues la mayoría de ellos estaban a nombre de personas físicas que pertenecían a la institución, pero dichas propiedades no estaban a nombre de la GFU y nos dimos cuenta que el Ashram de Coatepec aún estaba a nombre de Shaya Michán quién muchos años antes,  había comprado ese terreno para que ahí se construyera el Ashram, así que  había que pedirle a Shaya que firmará unas nuevas escrituras en la que cedía la propiedad a la

 Gran Fraternidad Universal, pero Shaya desde hacía unos años atrás, ya no estaba en la institución. Enviamos a la hermana Teresita Medina con los documentos en mano a visitar a Shaya y hacerle saber de nuestra petición, la respuesta inmediata de Shaya fue:  ¡dónde les firmo!  e inmediatamente firmó los documentos sin montar negativas, sin ningún reclamo, sin poner alguna condición, así era Shaya.

Después de la escisión del 2009 en la que los Maestros Pepe y Carlos Michán fueron expulsados, Shaya se unió al grupo de discípulos que seguíamos  a los maestros Michán.

Entre las tareas inmediatas que nuestro grupo tenía, era levantar el Ashram del Borbollón y construir de inmediato la Cámara secreta, Esto implicaba un gran esfuerzo y juntar los recursos económicos necesarios para comprar una fracción adicional de terreno y construir la Cámara Secreta. Shaya al igual que todos nosotros se puso a trabajar muy duro y se venía a Chilpancingo 2 o 3 días a la semana para dar consultas e impartir conferencias. fue en ese tiempo que yo me relacioné personalmente con él de una manera muy cercana, pues a veces lo traía y lo llevaba a Xoxocotla Morelos que es donde él tiene su albergue para niños huérfanos y donde él vivía, en ocasiones llegué a quedarme varios días en ese lugar, y fue en ese tiempo cuando me di cuenta del tamaño y la magnitud de ese Ser humano especial que era Shaya Michán.

Durante esas estancias en Xoxocotla y durante los trayectos por carretera, él y yo teníamos largas conversaciones pero también siempre lo escuchaba hablar en las llamadas telefónicas que frecuentemente estaba recibiendo de mucha gente que le pedía ayuda económica, que le pedía dinero prestado, y me tocó escuchar como a todos les ayudaba, estas situaciones no eran esporádicas, mas bien eran casi a diario. Cuando yo lo empecé a tratar ya tenía años que el ya no administraba sus negocios, el se dedicaba únicamente a servir y a ayudar, había delegado esa función a otras personas, a veces le eran deshonestos y le tomaban dinero de las utilidades 

y algunas veces el se daba cuenta de ello pero decía: “Entre mas me roban mas dinero me llega”. Shaya producía mucha riqueza y todo lo que ganaba lo daba, el vivía sin lujos, llevaba una vida muy austera, me consta, la casa que habitaba estaba junto a su albergue,  era pequeña, tenía muy pocos muebles, dormía en una cama vieja, su vestimenta a veces estaba rota, comía lo mismo que sus huérfanos, no tenía ningún lujo.

De cualquier acción que el hacía generaba abundancia, todo lo que él tocaba se multiplicaba. En alguna ocasión le pedimos que invitara gente a inscribirse a la escuela de yamines, el, en su programa de radio convocó a los que se pudieran interesar con la condición de que fueran vegetarianos, y llegaron a inscribirse alrededor de 300 interesados que cumplían las condiciones, mismos que fueron aceptados en el Centro Cultural Aurobindo de la Ciudad de México. Con Shaya, todo era abundancia.

El era un gran Yogi, hacía asanas muy complicadas incluso en una ocasión le tomamos fotos de estudio haciendo algunas posturas y practicaba disciplinas muy avanzadas. Recuerdo que cuando yo conducía en alguno de nuestros viajes, después de tanto platicar entre nosotros o  mientras el no recibía llamadas telefónicas, había espacios de silencio, de momento yo pensaba que estaba descansando o se había dormido, pero de reojo lo miraba y lo que estaba haciendo era pranayamas o tratakas, él aprovechaba cualquier espacio libre de tiempo para hacer algún ejercicio o disciplina.

Shaya tenía el poder de producir abundancia económica, tenía el poder de curar gente, tenía el poder de la locución y comunicación para que sus enseñanzas llegarán diariamente a miles de personas, tenía el poder de transformar vidas, tenía poderes. Era un yogui alquimista y todos esos poderes los ponía al servicio de la vida, su vida estaba dedicada al servicio, servir, servir y servir. “El servicio te lleva a la iluminación” solía decirme con mucha frecuencia. Pocas veces he visto a un ser humano con tanto poder de creación y con una vocación de servicio tan grande como Shaya Michán.

Él fue discípulo del Hermano Mayor, sin embargo, no era un iniciado convencional, le era difícil adaptarse a un guión espiritual, no se le podía encasillar en un formato, por eso tenía problemas con las altas jerarquías o con sectores ortodoxos de la comunidad. El hacía las cosas a su manera y le daban muy buenos resultados, tal vez no usaba el tipo de huarache que un Gurú debe portar, él se sentía cómodo usando tenis, sabía que la importancia no era el tipo de calzado 

sino los pasos que tienes que dar, el no seguía al pie de la letra, con punto y coma  la liturgia  de la ceremonia cósmica, pero sabía porque lo más importante del ritual era establecer a su manera la conexión con lo Supremo. 

Shaya no era un iniciado “de manual”, él se manejaba de acuerdo a su intuición, lo que el corazón le decía para cumplir con la misión que le tocaba realizar en la vida, desde luego  siguiendo siempre la línea de su Maestro, el Hermano Mayor, pero por eso tenía problemas con la comunidad ortodoxa, por que no se le podía imponer ningún molde, el era diferente, el era único, autentico, a veces extravagante, el era un Ser especial, el era SHAYA MICHÁN.

Me siento afortunado de haberlo conocido y de haber convivido con el, me dejó muchas enseñanzas, es un punto de referencia para mi. Con su partida siento que ha dejado un gran hueco,  la humanidad necesita a muchos como el.

El se fue, no se llevó nada, pero dejó mucho.

 Desde mi corazón, honro su existencia y la importante Misión que le tocó realizar.

 

                                                    Gag Pa. Emilio Carranza.

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